Una familia del barrio bilbaíno de San Ignacio perdió ayer
su casa, que fue pasto de las llamas. La madre, uno de los dos hijos, de
once años, y el abuelo resultaron heridos con quemaduras, y un policía
municipal sufrió una intoxicación por humo.
Bomberos entran en la vivienda incendiada. /Luis Calabor |
El incendio se originó sobre las once y diez de la mañana
en un quinto piso del número cinco de la calle Grupo Inmaculada. A esa
hora sonó el timbre en la casa de Sebastián, situado enfrente del
siniestrado. «¡Fuego, fuego, que se quema la casa!», gritó la vecina. Al
abrir la puerta entró un denso humo negro en la vivienda. Como pudo,
Sebastián, que ha completado un curso contra incendios, cogió un
extintor doméstico que tiene en casa y corrió a sofocar las llamas en el
5ºC. «Solo pude apagar un pequeño incendio que había en la consola del
recibidor, en ese momento cayó un cascote y ya me retiré», explica.
Para entonces ya había llamado a la Policía Municipal de
Bilbao y a los Bomberos. También varias ambulancias se dirigían al
lugar. Las llamas se cebaron en la vivienda. Una espectacular lengua de
fuego salía por la ventana y el balcón que da a la calle Orixe y al
polideportivo de San Ignacio. El toldo
quedó chamuscado. «La sala ha desaparecido completamente, no hay ni
muebles y se ha quemado hasta el plástico de las ventanas, por eso salía
tanto humo», dice un vecino que vio el desastre. «Empecé a escuchar
chillidos y lloros y fui a ver qué pasaba, al salir noté un horrible
olor a humo, la gente bajaba corriendo en pijama».
Los vecinos que no habían salido de casa por su propio pie
fueron desalojados por la Policía y los Bomberos, entre ellos varias
personas con problemas de movilidad. «Mi hijo se estaba duchando y tuvo
que echar a correr», comentaba Nemesio, que vive en el cuarto, a quien
el incendio le pilló fuera de casa. Una vecina sufrió un ataque de
pánico. Hasta una hora y media después no pudieron regresar a sus
hogares.
Pero los más afectados resultaron los moradores de la
vivienda incendiada. La mujer, de 47 años, presentaba una quemadura en
el hombro; el abuelo, de 89, que se encontraba en la cama cuando se
desató el fuego, en la nariz y en un brazo; y un niño de 11 años también
sufrió algunas heridas. Los tres, junto con otro niño, de nueve años,
fueron evacuados a los hospitales de Cruces y Basurto. Por la tarde, ya
solo quedaba hospitalizado el anciano; el resto habían sido dados de
alta. El agente de la Policía local que sufrió una intoxicación por
inhalación de humo fue atendido en la mutua.
«Tu casa, lo único que tienes y se te quema, qué pena», se
dolía ayer Sebastián, vecino de los afectados. Su vivienda, al igual que
las otras de la planta y el piso inferior al incendiado, también ha
sufrido los efectos del fuego y el agua. Las paredes están ennegrecidas
por el humo y el olor a quemado persistirá todavía un tiempo. «La casa
está aún caliente», advierte.
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